Kolmogorov, padre de la estadística moderna.

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Esta entrada es la primera de una serie de tres sobre las personas que dan nombre a salas de reuniones de baobab soluciones.

Kolmogorov

La más pequeña de las salas de reuniones de baobab, pensada para reuniones entre dos personas, y cuya utilidad durante la pandemia quedó reducida a la de una cabina telefónica, lleva el nombre de uno de los matemáticos más grandes del siglo XX: Andrei Nikoláyevich Kolmogorov.

Los motivos de esta elección son muchos, el más evidente de los cuales es el que da título a esta entrada, pues así está considerado: como el padre de la estadística moderna. Entre sus más de 680 publicaciones, además de a la estadística, aportó contribuciones esenciales al análisis funcional, a la pedagogía (interés fundamental en su vida, la formación de los jóvenes) y a la teoría de la información, entre otras muchas. Cubrió todo el espectro desde la matemática más pura a la de más directa aplicación. Es además autor de frases tan redondas, y tan alineadas con los valores de baobab como la que dejó en 1984, sólo tres años antes de morir:

“Yo he seguido toda mi vida el precepto de que la verdad es sagrada, que es nuestro deber buscarla y defenderla, sin considerar que sea agradable o no”

O esta otra, que dejó escrita en 1959:

“Yo considero el rigor formal como obligatorio y pienso que en el análisis final, después de una gran cantidad de trabajo (que usualmente es útil para una comprensión definitiva) el rigor puede ir siempre combinado con una sencillez completa y natural (sobre todo en la exposición de los resultados importantes, que siempre son, en esencia, resultados simples). La única forma de realizar este ideal es exigir estrictamente la claridad lógica incluso donde esto sea fastidioso.”

Sin embargo, el observador atento se habrá fijado, en la imagen que acompaña estas líneas, en que, pese a poder haber optado por cualquiera de estas frases, hemos elegido para “subtitular” la sala un resultado que ni siquiera es suyo. La suma de una progresión aritmética era un resultado que ya conocían los griegos clásicos. El motivo de tan singular elección es que queríamos destacar otra de las cualidades de nuestro protagonista, también marca de la casa en baobab: el talento precoz. Kolmogorov “halló” el resultado de la figura a la tierna edad de seis años. Lo publicó en la revista de su escuela (llamada Golondrinas primaverales): la suma de los primeros números impares consecutivos es siempre un cuadrado perfecto.

Dicha precocidad no se queda en lo anecdótico y Kolmogorov alcanzó fama internacional con tan solo 19 años por sus publicaciones sobre series trigonométricas.

No cabe elegir un mejor padrino para la precocidad de nuestros jóvenes expertos en investigación operativa.


Bibliografía:

Kolmogórov, A. N., Selected Works: Vol I, Mathematics and Mechanics; Vol II, Probability Theory and Mathematical Statistics; Vol III, Information Theory and the Theory of Algorithms. Kluwer, Berlin, 1991-1993.

Kolmogórov, A. N., Foundations of the theory of probability, Chelsea, New York, 1956.

Sánchez Fernández, C. y Valdés Castro, C., Kolmogorov, El zar del azar, Nivola, 2003.

http://kolmogorov.com